- Antes siempre repetía que «la vida es corta pero ancha» porque lo ponía en el primer libro que conseguí leer yo solita. Ahora sé que la vida es inconmensurable.
- Sé que a veces el silencio es el más bello de los ruidos en una casa llena de gritos, y que los gritos, al final, se van con el viento.
- Sé que hay mil cosas que no elegimos, pero que hay otras mil que sí.
- Que los cánones establecidos no nos garantizan la felicidad: casarnos, tener hijos, obtener el éxito, atesorar fortuna, tener dos padres que nos quieran y nos traten bien, gozar de una buena salud, crear una familia perfecta o pertenecer a ella, vivir en una casa con jardín y con perro. La felicidad no es un estado, es una decisión.
- Sé que existe un lenguaje universal que es el del dolor. Cuando una persona lo está pasando mal, siempre hay alguien que ya ha recorrido ese mismo camino. Y esas dos personas se unen con una fuerza imparable. El del amor es un lenguaje precioso, pero, por desgracia, hay envidiosos que lo afean. Con el sufrimiento nunca hay envidias, por eso es el más puro de todos los idiomas.
- Que lo que sale del corazón llega al corazón.
- Que el miedo es necesario. Es el inmunizador de la vida.
- Que la soledad siempre ha tenido muy mala prensa, pero hay mañanas de sábado con noticias inesperadas en las que sienta muy bien.
- Que no nos preparan para sufrir, es cierto. Pero tampoco nos preparan para comer caviar, viajar en barco, escaparnos a lugares increíbles o viajar por el mundo… No nos preparan para la vida, porque somos capaces de improvisarla.
- Sé que las cosas, cosas son. No valen más de lo que cuesta tenerlas y debemos ser capaces de desprendernos de ellas. La vida de todas esas cosas está dentro de nosotros. Y no termina cuando las perdemos o nos alejamos.
- Que las cosas que de verdad se pierden son las que no se dicen.
- Que toda una vida no cabe en una caja, ni en decenas de ellas. Que mi vida va donde yo vaya, y conmigo, mis recuerdos… Mis bicis, mi música y todas las risas que suenan en mi corazón cuando siento que ya no puedo más. Todas las risas que hay en mí y que se oyen, incluso cuando la tristeza es más fuerte.
- Que a la felicidad hay que mirarla a los ojos y tutearla porque parece que le tuviéramos respeto. ¡Hay que cogerla por banda y llevárnosla de cañas!
- Y que el mejor de los caminos es donde tus sueños te lleven…
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